martes, 27 de mayo de 2014

El Futuro de la Semana Santa Complutense

De un tiempo a esta parte me he encontrado en varias ocasiones, dentro de los ambientes cofrades alcalaínos, con una cierta sensación que podría definir como de euforia injustificada, generalmente encauzada hacia una hipotética consecución del título de Interés Turístico Nacional para la Semana Santa complutense... como si tal cosa fuera tan fácil, sobre todo teniendo en cuenta que en toda España, según datos de la Wikipedia, hay en la actualidad un total de 41 con esa consideración, que se suman a otras 20 consideradas de Interés Turístico Internacional. Cierto es que buena parte de estos nombramientos -en ambos grupos-, incluyendo bastantes de los que no había oído hablar en mi vida, han sido otorgados en los últimos años, lo cual me hace sospechar la existencia de una posible inflación de los mismos que, como cabe suponer, lo único que redunda es en una devaluación de estos antaño importantes títulos; algo que, dicho sea de paso, no acostumbra a importar demasiado ni a los fatuos políticos regionales ni, mucho menos, a sus todavía más pazguatos correligionarios locales.

En cualquier caso, y analizándolo con objetividad y, si es necesario, recurriendo también a las frías estadísticas, lo cierto es que, nos guste o no, todavía estamos muy lejos del nivel medio de estas Semanas Santas de Interés Turístico Nacional -de las internacionales ni pensarlo-, aunque no cabe duda de que la consideración actual de Semana Santa de Interés Turístico Regional, que tampoco era para tirar cohetes, ha quedado completamente devaluada tras la esperpéntica generosidad de esta administración autonómica que para nuestra desgracia padecemos; pero ésta es ya otra historia.

Así pues, es preferible que nos olvidemos de hipotéticos títulos y oropeles y nos dediquemos a analizar, de la manera más objetiva posible, cual es la situación actual de nuestra Semana Santa y cuales son los posibles escenarios realistas para un futuro inmediato, es decir, eso que se ha puesto tan de moda -y que a mí personalmente me horroriza semánticamente- de sus fortalezas y sus debilidades.

Para empezar, esto es innegable y yo he sido el primero en comentarlo en multitud de ocasiones, el avance experimentado ha sido enorme desde que en 1988 la creación de la cofradía del Cristo de la Columna supusiera un punto de inflexión en su anterior decadencia; de cinco cofradías, media docena de pasos y poco más que la Procesión General, se ha pasado a las nueve cofradías, veintitrés pasos y quince procesiones actuales, lo que se mire como se mire es un cambio espectacular.

Pero... sin el menor deseo de ser pesimista, ni mucho menos aguafiestas, no puedo evitar tener la desagradable impresión de que no todo marcha tan bien como sería de desear. Porque, y me apoyo en mis impresiones personales de otras Semanas Santas que he tenido ocasión de visitar personalmente, mucho me temo que la nuestra sigue siendo hoy delicada y relativamente frágil, por lo que corremos el riesgo de que pudiera entrar en una nueva etapa de decadencia que nadie desea. No digo que esto vaya a ocurrir necesariamente, ni creo que sea fácil que suceda, pero en lo que sí quiero hacer hincapié es en que es necesario que todos seamos conscientes, y en especial los responsables de las cofradías, de que no podemos dormirnos en los laureles y que las cosas no están, ni mucho menos, hechas. Más bien aquí ocurre lo mismo que con los funámbulos, que no pueden detenerse en su camino so pena de caerse. Esto, claro está, sin olvidar que en el resto de las ciudades y pueblos españoles con Semanas Santas notables tampoco se han estado parados, por lo cual los avances realizados en los últimos treinta y tantos años en Alcalá no tienen por qué resultar nada excepcional a nivel nacional.

Asimismo, y aunque no se puede generalizar, creo encontrar ciertos síntomas de agotamiento, o cuanto menos de continuidad pasiva, en el conjunto de las cofradías complutenses, eso sin contar con las graves crisis que han sacudido a dos de ellas o con detalles no menos importantes como la falta de anderos que impidió a la cofradía de las Angustias sacar de forma simultánea a sus dos pasos. A esto hay que sumar mi apreciación particular, y por eso mismo sujeta a posibles errores, de que el número de penitentes parece haberse estancado o, en ocasiones, incluso disminuido, dándose además la circunstancia de que la recién terminada Semana Santa de 2014 fue la primera que pude contemplar en su práctica totalidad después de varios años durante los cuales estuve fuera de Alcalá en estas fechas, razón por la que mi comparación no es respecto a las inmediatamente anteriores, sino a las de hace al menos cuatro o cinco años.

Se me dirá que tal estancamiento no es tal y que, con los datos en la mano -tomados incluso de mis propios artículos-, se puede constatar que, desde 1988 para acá, no sólo nunca se ha retrocedido -salvo en el caso ya comentado de las Negaciones de San Pedro en la procesión del Lunes Santo de este año-, sino que raro ha sido el año en el que no ha habido alguna novedad de mayor o menor calado; incluso este mismo año ha tenido lugar la primera procesión de la nueva cofradía del Resucitado, junto con la constitución de la pro hermandad de Jesús Despojado... y tendrán, evidentemente, toda la razón.

Pero mi temor, o cuanto menos mi preocupación, vuelvo a repetirlo, no se debe a este tipo de avances, y ni tan siquiera a una posible ausencia de ellos en años próximos. Por supuesto que me parece importante que se creen nuevas cofradías o que las ya existentes incrementen de una u otra manera su presencia en la Semana Santa, esto es evidente. Pero lo que no me tiene tan tranquilo, y ojalá se trate tan sólo de un temor infundado por mi parte, es que las cofradías puedan estar en peligro no ya de quebrarse o desaparecer, sino cuanto menos de debilitarse, por una u otra razón, lo suficiente como para afectar de forma significativa al conjunto de la Semana Santa.

No conozco los datos, pero me gustaría saber si desde los últimos años para acá, y no estoy pensando en el ya lejano 1988, sino como mucho en un par de lustros o poco más, se ha incrementado de forma significativa el número de hermanos de las diferentes cofradías, y si se ha incrementado o no asimismo el de los que participan de forma activa en las procesiones. Otro dato sumamente importante es saber si las cofradías cuentan con un suficiente vivero de jóvenes, e incluso de niños, que les permita tener garantizada la continuidad cuando los hermanos actuales envejezcan, algo fundamental en las hermandades de las ciudades con una Semana Santa arraigada.

Y por supuesto, otra cosa que no me cansaré de repetir es la necesidad de que la Semana Santa se abra a los barrios en lugar de estar limitada al casco antiguo. Esto es algo que al parecer tienen presente los gestores de la nueva pro hermandad de Jesús Despojado, pero que no se han planteado siquiera las cofradías cuyas sedes canónicas están fuera del centro, como ocurre con la de Jesús de Medinaceli o la de las Angustias, las cuales merecería la pena que hicieran sus procesiones desde sus respectivas parroquias, San Bartolomé y Santiago, que además no están tan alejadas como para no permitirlo. Y ciertamente la procesión de Jesús de Medinaceli por la calle del Empecinado, o la de las Angustias por la de Talamanca, podrían alcanzar bastante más realce que el actual.

En definitiva, desde mi punto de vista y sin la menor intención de enmendar la plana a las cofradías, ni mucho menos criticarlas, yo les recomendaría que no se durmieran en los laureles, y no me estoy refiriendo a que inicien una carrera a ver qué pueden sacar nuevo cada año, sino a la consolidación de sus cimientos intentando incrementar el número de hermanos y de participantes en las procesiones, fomentando el ingreso de los más jóvenes al tiempo que dejan atrás hábitos, que no tradiciones, que en su día pudieron estar bien pero que en la actualidad han quedado anticuados. Esto es, para mí, mucho más importante que andar detrás de una hipotética declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional que, por sí sola, tampoco serviría de mucho.

Por último, quiero hacer hincapié en otra batalla pendiente, la de la publicidad fuera de Alcalá, y en concreto en el boicot de facto al que nos tiene sometidos Telemadrid, cadena para la que al parecer tan sólo existe la Semana Santa -y en general las procesiones- de la capital. Y ojo, queden claras dos cosas. Primero, que Madrid tiene unas procesiones bastante interesantes, en especial algunas tales como la de Jesús el Pobre o la del Cristo de los Alabarderos, por lo que no tiene ningún sentido, ni tan siquiera sería práctico, andar haciendo comparaciones acerca de cual de las dos es mejor. Y segundo, que tampoco es de recibo recurrir al fácil victimismo de quejarnos de que nos tienen manía y nos boicotean; sinceramente no creo que sea tal, aunque la discriminación existe, no sólo hacia Alcalá, llegando en ocasiones a ser sangrante. Personalmente pienso que no se trata de nada deliberado sino de simple pereza, tanto física como mental, no tanto de los redactores de Telemadrid como de los responsables de su programación, que se limitan a ir a lo fácil sin moverse de los límites de Madrid e ignorando todo cuanto de interesante hay en Alcalá o en otras poblaciones de la provincia, que es bastante.

Pero como está claro que no conseguiremos nada quejándonos y pataleando, lo que habría que hacer, y en eso el Ayuntamiento tiene mucha responsabilidad, es dar la lata en Telemadrid a nivel institucional para conseguir que algún año, a ser posible el próximo se “acordaran” de que en Alcalá hay una Semana Santa interesante, alguna de cuyas procesiones sería conveniente retransmitir; es probable que esto pudiera ser mucho más efectivo de cara a la promoción que esa fantasmagórica Fiesta de Interés Turístico Regional que ahora compartimos con algunas otras poblaciones de más que discutible interés, valga la redundancia.

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